Páginas

sábado, 17 de septiembre de 2011

La batalla de Maraton


El Gran Rey Darío I, tras el trato dado a su embajadores por atenienses y espartanos, decide organizar una expedición de castigo contra Eretria, en la isla de Eubea, y Atenas. Para ello, en el 490 AEC. y en la costa sur de Asia Menor, lejos del alcance de los barcos helenos, arma una flota en la que embarca unos 25.000 hombres. De ellos 10.000 son de caballería, la principal arma persa, Imperio donde las distancias son enormes y la rapidez es fundamental. Por otra parte, los pastos son abundantes, lo que en modo alguno sucede en laHélade. Los griegos no tienen caballería. Tampoco emplean arqueros, ellos se manejan con los hoplitas. El resto del ejército persa eran infantería. Vimos ayer sus armamentos, muy inferiores que los de los griegos. El ejército lo manda Artafernes, sobrino de Darío, rey que morirá el año 486. Como segundo al mando, el noble Datis, al cargo de la caballería. Acompañaba a los persas un traidor griego, Hipías. Había sido tirano de Atenas y había sido desterrado hacía no mucho. Todavía tenía partidarios en la ciudad de Atenas y se había unido a los persas, esperando recuperar el trono de la ciudad que lo había rechazado.

        La flota persa desembarca en la isla de Eubea, sitia Eretria, que había contribuidos con 5 naves a la revuelta jonia, y la toma, tras 7 días de sitio. Veamos en un mapa de un libro reciente, el recorrido de la flota persa.


El mayor número de los persas y lo ancho de la playa donde se iba a librar la batalla decidió a Calímaco, el estratego ateniense, a colocar sólo tres filas en el centro, mientras mantenía las 8 filas habituales en las alas de la formación. Por su parte, Artafernes coloco las mejores tropas, las más cercanas  al poder imperial, en el centro, y las menos preparadas en las alas. El menú estaba servido.
        El gráfico que sigue refleja la situación cuando las falanges de hoplitas se lanzan a la carrera para recorrer los 1.500 metros que les separaban de los persas y entran en contacto, con las lanzas por encima de sus cabezas para herir en la parte menos protegida de sus enemigos, en la cabeza y el cuello. Cabeza y cuello que ellos llevaban fuertemente protegidos con los cascos que hemos visto dibujados. Los cascos eran pesados y protegían apropiadamente, pero tenían el inconveniente de que en combate abierto apenas dejaban ver, por lo que se convertían en estorbo.

El centro persa aguantó el choque del centro griego y aún le hizo retroceder, estando formado por los mejores soldados de la formación persa. No obstante, la superioridad griega fue patente en las alas, que cedieron ante el empuje de los hoplitas. Las alas persas se deshicieron y emprendieron la huída a los botes, que estaban apostados en la playa. Los vencedores griegos volvieron entonces sus armas contra el centro persa, que estaba propinando una buena paliza a sus escueta zona central. Los persas se vieron cogidos entre dos fuegos y se llegó al desastre y a la huida general.
        El balance de Maraton se saldó con entre 6.400 y 6.700 muertos en el ejército persa, frente a sólo 192 hoplitas muertos entre los atenienses, entre ellos, como hemos indicado,Calímaco. Sin perder demasiado tiempo, el ejército ateniense se dirigió a su ciudad, amenazada aún por la caballería persa. Mandaron, cuenta la leyenda, a un corredor para que se adelantara y llevara la buena noticia a su ciudad. Es posible que tal cosa hicieran, era lo lógico: Tengo para mí que el mensajero cubrió los 40 kilómetros, dio la buena noticia y que la leyenda comienza cuando se nos dice que cayó muerto de cansancio en el momento siguiente. Era un digno broche a la heroicidad ateniense mostrada ante el enemigo.

      
Datis y sus caballeros pusieron pies en polvorosa, o navío en polvorosa, pues nada podían hacer por cumplimentar los deseos del Gran Rey. Las consecuencias de esta fugaz guerra serán importantes y positivas para Atenas, que se va a convertir en la polis líder del mundo heleno durante unos decenios.  Pero faltan aún las mejores episodios bélicos. Porque si a DaríoI  le quedan pocos años de vida y este incidente no le quebranta demasiado, a su hijo Jerjes la derrota de Maraton le resultará una espina clavada y allegará un copioso ejército, no ya para castigar insolencias, sino para conquistar y adueñarse de Grecia. Pero para eso aún faltan un par de días o tres.